La respuesta a ambas preguntas es afirmativa. Los miembros de la start up Sunfire cuando quisieron buscar alternativas a los combustibles fósiles, y dieron con su e-diesel, fabricado a partir de agua y dióxido de carbono.
El dióxido de carbono tiene un papel muy relevante en nuestras vidas, puede desde aliviarnos un dolor de cabeza hasta hacer que nuestra lechuga dure más tiempo fresca en la nevera. Pero además, regula la temperatura de la superficie. El problema es su gran concentración en la atmósfera, lo que aumenta el calentamiento global.
Por este motivo, “usar CO2 como materia prima representa una alternativa no solo para la industria automotriz en Alemania, sino que también servirá para transferir el principio a otros sectores y países”, declaraba Reiner Mangold, responsable de Desarrollo de Producto Sostenible en Audi.
Con el apoyo del gobierno alemán y de Audi, Sunfire inauguró en abril una planta piloto en Dresden que ha producido 3.000 litros de e-diesel, mediante el siguiente proceso:
- En primer lugar, se calienta con energía solar o eólica el vapor a más de 800 grados para dividirlo en hidrógeno y oxígeno.
- Después, se mezcla el hidrógeno y el dióxido de carbono para crear el llamado “crudo azul”.
- Finalmente, se refina hasta convertirlo en combustible.
Sin embargo, el e-diesel no es el único proyecto que trabaja para desarrollar un transporte no contaminante. En este sentido, cabe destacar al joven de 20 años Param Jaggi, que desde los 13 trabaja en temas relacionados con energía verde, como en los procesos de preparación de biocombustibles y la creación de un biorreactor de algas usando solamente materiales caseros. Incluso creó en 2008, como parte de un proyecto escolar de ciencias, su Algae Mobile, un dispositivo que utiliza algas para convertir en oxígeno el CO2 que emite un automóvil.