El momentum de la Economía Circular

La economía circular lleva implícita una lógica tan aplastante que es capaz de calar en la mayoría de las conciencias. Sin embargo, algo que resulta tan lógico de entender es mucho más complejo de implantar en un mundo tan globalizado como el de hoy, en el que los mercados y las cadenas de valor sectoriales están geográficamente tan dispersas y a la vez tan conectadas entre sí.

Sin embargo, algunos pensamos que nos encontramos en un “momentum” interesante para que este modelo económico y social de lógica aplastante se convierta en una realidad. Para dejar de una vez por todas el tradicional modelo lineal de “extraer, fabricar y desechar” y orientar nuestros esfuerzos a diseñar y construir un modelo circular que permita un flujo efectivo de materiales, energía, trabajo e información, que genere riqueza y que permita también restablecer el capital natural y social. No estamos hablando únicamente de reciclaje, sino de rediseñar un nuevo sistema de producción y consumo mediante la gestión optima de los recursos finitos y los flujos renovables. Estamos hablando de gestionar una transición a un modelo que requiere un ámbito de actuación colaborativo a nivel territorial y social, pero ahora también una aproximación colectiva de la industria y del mundo empresarial.

Hay diversas razones que nos hacen pensar que el “momentum” está ahí y es ahora. Por un lado, las tecnologías facilitadoras. El internet de las cosas y las tecnologías digitales permiten que múltiples dispositivos tengan la capacidad de detectar, almacenar y transmitir información sobre sí mismos y su entorno. A partir de ahora, la más pequeña de las piezas se puede convertir en un activo inteligente, capaz de tener vida propia, más allá de las otras piezas, componentes o productos a los que acompaña. Posibilitando así, conocer el lugar, estado y “vida” que han llevado esas piezas (su pasaporte) y facilitando su reincorporación en nuevos ciclos, además de fomentando el surgimiento de nuevos modelos de servitización. Se trata de lo que algunos llaman la “cuarta revolución industrial” en donde los límites de lo físico, lo digital y lo biológico se difuminan y tienen posibilidad de interactuar entre sí, proporcionando una capacidad de análisis de datos inmensa y con potencial de generar mucha inteligencia.

Por otro lado, las corrientes de economía colaborativa, se fusionan con la economía circular, poniendo de relieve que se puede disfrutar de un bien sin necesidad de poseerlo. Constatando, además, que poseer ciertos bienes de forma individual resulta un coste de oportunidad para su dueño y dando lugar al surgimiento de nuevos modelos de negocio, capaces también de generar un desarrollo sostenible y que están orientados a la servitización más que a la venta de los productos. Se trata de modelos del mercado de consumo, pero cada vez más de los mercados empresariales que comercian con el uso y no la venta de productos, manteniendo a estos últimos como parte de sus activos y diseñándolos para maximizar la durabilidad y facilitar al máximo el mantenimiento del servicio que van a prestar. La economía colaborativa se está viendo, asimismo, potenciada y facilitada por la revolución digital en la que estamos inmersos.

Sin olvidar el impacto que tienen en la existencia de ese “momentum” la presión derivada de la escasez de muchos recursos naturales, la dependencia que tiene nuestro sistema económico y social actual de esos recursos escasos y los desequilibrios producidos por las fluctuaciones de sus precios derivados de actuaciones políticas y económicas que están fuera del control de muchas industrias. Parece que poner a trabajar estos recursos de forma infinita algunos y maximizar el uso de otros, es un hecho tan evidentemente necesario que está desembocando en el interés por dirigir las inversiones en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías que lo permitan.

En definitiva, estamos ante una gran oportunidad, pero requiere mover muchas palancas. Palancas fiscales, financieras, empresariales, legislativas y sociales, tanto en ámbitos locales como internacionales y en múltiples sectores.  Poner en practica la colaboración entre agentes públicos, privados y sociales de todos los sectores y áreas geográficas no es fácil pero sí posible. Una vez más, la verdadera inteligencia es colectiva…

Innobasque

En Innobasque entendemos, y es algo compartido entre agentes internacionales y locales, que la Economía Circular es un motor para la innovación y consecuentemente para la creación de valor y empleo. Pero requiere una transformación importante, orientada hacia modelos de negocio circulares; para lo que se precisa un cambio de visión tanto a nivel empresarial, como a nivel territorial y de la propia sociedad, transformando así la forma de producir y consumir.

Con la participación de la delegación formada por Innobasque en la “Misión de Economía Circular a Holanda”, estamos contribuyendo directamente a dar valor a las características de Euskadi como territorio comprometido e impulsor de la innovación. Pero también a aprender y concienciar sobre las oportunidades que puede ofrecer la Economía Circular a nuestra región.

El documento adjunto es un resumen de la visita realizada a Holanda del 13 al 15 de abril de 2016 y ha sido realizado por Innobasque gracias a la colaboración de las otras tres organizaciones participantes: Azaro Fundazioa, Bilbao Ekintza y Neiker-Tecnalia.

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