13 de enero, 2022
En julio de 2015, en Hong Kong, en un workshop sobre espintrónica, Fèlix Casanova, investigador Ikerbasque en nanoGUNE, mantuvo una conversación informal con el doctor Sasikanth Manipatruni, de la corporación Intel, sobre el acoplamiento espín-órbita en un determinado tipo de materiales. A la vista del potencial que podría tener nuestra actividad investigadora en este campo, Manipatruni propuso a Casanova iniciar una colaboración. Desde entonces, Intel, el mayor fabricante de circuitos integrados, financia parte de nuestra investigación. Aquí el objetivo no es mejorar los circuitos integrados del presente; nuestro punto de mira está puesto en los circuitos integrados del futuro, con la expectativa de desarrollar juntos un nuevo paradigma. Intel no sabe cómo serán los circuitos integrados del futuro, nadie lo sabe, pero pensamos que una alternativa podría venir de la mano de investigaciones sobre el acoplamiento espín-órbita en determinados materiales. Intel ha perseguido nuestra colaboración, simplemente porque sabe que nos encontramos entre los mejores del campo.
El mismo año 2015, hicimos una oferta a la doctora Mercedes Vila para que viniera a nanoGUNE como directora científica de una de nuestras empresas de base tecnológica: Ctech-nano. Cuando vino Merche, no estábamos considerando la posibilidad de cultivar carne en nuestros laboratorios
–ni se nos había pasado por la imaginación–; sin embargo, ante la propuesta que me hizo Merche dos años más tarde de desarrollar una idea que ella misma estaba gestando con otros tres emprendedores –lo que sería Biotech Foods–, enseguida pusimos en marcha, en nanoGUNE, un nuevo laboratorio para el cultivo de carne a partir de células animales. Apenas pasados cuatro años, el gigante brasileño JBS acaba de invertir 36 millones en nuestra empresa, al considerar que somos ya pioneros en este campo. Aquel intento de 2017 también fue una apuesta de futuro.
En nanoGUNE, nuestra misión es llevar a cabo investigación de vanguardia en nanociencia y nanotecnología con el objetivo de incrementar la competitividad empresarial y el crecimiento económico del País Vasco. Nos encontramos en la frontera del conocimiento, para desde allí contribuir al fortalecimiento de un ecosistema capaz de adaptarse a cambios imprevisibles. Nuestra contribución es poliédrica, ya que estamos convencidos de que debemos combinar investigación fundamental –ese tipo de investigación cuyas aplicaciones nos son aún desconocidas– con actividades específicas de investigación industrial y desarrollo experimental orientadas a aprovechar en todo momento las oportunidades que se nos puedan presentar por el camino. Por una parte, la investigación fundamental nos permite ampliar los límites del conocimiento. Por otra parte, en la medida en la que identificamos posibles vías de explotación de los resultados de nuestra investigación, exploramos la forma más eficaz de hacerlo: bien llevando a cabo investigación bajo contrato, bien patentando y licenciando nuestras patentes para que puedan ser explotadas por empresas a nivel local y/o internacional. De hecho, cuando colaboramos con la industria, esta se beneficia de nuestra investigación actual y a nosotros se nos abren, a su vez, nuevos caminos para futuras investigaciones.
A veces no es fácil transferir los resultados de nuestra investigación a la industria del presente, en cuyo caso optamos por la creación de nuevas empresas de base tecnológica. En efecto, la investigación de frontera nos dota de un posicionamiento privilegiado que nos permite abordar proyectos empresariales en ámbitos extraordinariamente competitivos. Así lo hemos hecho con Graphenea, Simune, Ctech-nano, Evolgene, Prospero, BioTech Foods y Optec4life, y así lo haremos en el futuro.
El lanzamiento de nuevas empresas de base tecnológica contribuye, que duda cabe, al desarrollo económico y al bienestar de nuestra sociedad, tanto directa como indirectamente. De forma directa, porque se crearán nuevos puestos de trabajo, se incrementará la recaudación y, además, contaremos, en nanoGUNE, con nueva financiación privada para fortalecer nuestra actividad investigadora. De forma indirecta, porque esas empresas de nueva creación se encuentran aquí, en Donostia, en el País Vasco, y, con ello, nuestro entorno será más rico y, a su vez, más atractivo para el talento y para nuevas iniciativas que puedan venir de otras partes del mundo. Esto no es algo que se logra con una sola empresa, ni en un periodo de diez años. Este es el reto de toda una generación.
Finalmente, hay otro tipo de aportación que un centro como el nuestro puede y debe hacer a la actividad económica y a la sociedad. Se trata de la transferencia de personas. Nosotros aquí formamos a investigadoras e investigadores, con la expectativa de que algunas de esas personas den el salto a la industria. Se trata de profesionales de alto nivel, imprescindibles para que la industria actual se beneficie de que centros como el nuestro se encuentren en el estado del arte de la investigación.
Intel desconoce cuáles serán los circuitos integrados del futuro; pero no cesa en su búsqueda, ya que quiere seguir siendo pionero en el campo. Nosotros también queremos seguir ahí, en la frontera; pero para estar ahí, para seguir ahí, para no perder el tren, debemos llevar a cabo investigación de vanguardia que nos permita descubrir territorios aún inexplorados, atendiendo en todo momento a nuestro compromiso con la industria del presente y, sobre todo, la industria del futuro. Ese es el gran reto de lo pequeño.