21 de enero, 2021
Hoy más que nunca la Innovación debe ser la prioridad estratégica de todas las empresas que quieran permanecer en el mercado y seguir generando valor. Hoy más que nunca debemos pasar del discurso, de las palabras a la acción. Si no lo hacemos ya será tarde, tal vez ya lo sea para muchos.
Las crisis, los eventos inesperados (o no) que sacuden la sociedad, la economía y a toda la población nos hacen hablar de cambios, de que hay que moverse, hay que reaccionar. Cuando recuperamos la normalidad, o la nueva normalidad después de un evento de este tipo nos olvidamos de esa necesidad de moverse, de explorar, de buscar océanos azules de manera constante. Y tal vez cuando llega el golpe, si no estamos preparados, entrenados, posicionados o mentalizados ya es tarde.
Innovar es un proceso complejo, totalmente iterativo, que requiere exploración, autocrítica, mucho esfuerzo, conocimiento, y que solo puede ser liderado y sostenido por personas. Las máquinas no innovan, no reflexionan, no exploran, no son capaces de mirar de manera crítica el presente, no se cuestionan continuamente el statu quo ni piensan más allá para idear e imaginar otra realidad.
Para que una empresa u organización pueda innovar tiene que tener una fuerte cultura que permita a todas las personas que la forman, hacerlo. Y eso no se construye en un día con la urgencia de la cuenta de resultados.
Una cultura en la cual las personas tengan libertad para ir más allá, para explorar, para cuestionar todo, para proponer ideas. Una cultura en la que no existe el miedo, el miedo a equivocarse, a fallar, a no dar con la mejor solución. Una cultura en la que los espacios están concebidos para trabajar en equipos, para cooperar, para conocer lo que pasa más allá de mi puesto de trabajo. Una cultura en la que la transparencia es una seña de identidad, se comparten los éxitos y los fracasos, se aprende y se mira hacia adelante sin miedo, con consciencia, pero sin ataduras.
Además, innovar requiere abrir las puertas de tu organización. Abrirlas y dejar entrar a clientes, proveedores, aliados, abrirlas para que podamos encontrar otras perspectivas, otras experiencias, tecnologías, procesos o formas de hacer que desconocemos que existen, o como aplicarlas, y pueden servirnos de inspiración.
Por último y no menos importante, innovar requiere el máximo compromiso de los máximos responsables de la organización. Estamos hablando de generar un modelo organizacional que permita establecer una cultura apropiada para la innovación. Además, la innovación requiere de un fuerte impulso de liderazgo y recursos tanto de personas como financieros, luego debe ser claro el compromiso por ello. No hay nada más frustrante en una organización que escuchar un discurso alrededor de la apuesta por la innovación y no ver ningún tipo de recursos ni capacidades movilizadas por parte de la dirección.
Así que manos a la obra, si no estábamos ya en ello. No podemos perder ni un minuto más. Hoy tal vez no sea tarde aún, pero seguro que mañana lo es.