13 de julio, 2020
Las sociedades que invierten más en innovación e investigación en diferentes ámbitos, generan un valor humano y económico que a su vez se reinvierte en el conjunto de la sociedad en forma de bienestar e inclusión. Nunca ha quedado más patente que en esta crisis la necesidad de seguir invirtiendo en innovación. Los diferentes recortes a partir de la crisis de 2008 nos llevaron a quitar ladrillos de la estructura fundamental de un edificio; ladrillos que mantenían la estética del edifico intacta y que a simple vista no se apreciaba su merma. Ahora hemos visto cómo esos ladrillos eran básicos para mantener el edificio en pie, y hemos quitado tantos que ahora a duras penas hemos podido apuntalarlo para que no se derrumbe con nosotros dentro. Los recortes en sanidad, la deslocalización, el no valorar suficientemente la investigación, la falta de una labor de prospectiva seria, principalmente, han hecho que nos veamos en una situación inédita en el mundo.
El consuelo, como se suele decir de “tontos”, es que esta crisis nadie –o casi nadie- la había previsto. Los analistas no se ponen de acuerdo sobre si esta pandemia corresponde a la teoría del cisne negro, un acontecimiento que trastoca todo el sistema socioeconómico y que a posteriori se califica de impredecible, o a la teoría del rinoceronte gris, por la que el peligro ya estaba previsto. Lo cierto es que la posibilidad de una pandemia mundial estaba ya en el mapa de riesgos de muchas empresas, organizaciones y gobiernos, si bien nadie había visto el alcance o impacto que iba a tener. Sin embargo, lo que va a marcar la diferencia en el cómo y cuándo salimos de ésta entre las distintas sociedades es la inversión que hayan promovido en investigación e innovación. Desde luego las más innovadoras saldrán antes y mejor.
Ahora es importante enfocar en qué áreas se va a invertir. Europa lo tiene claro. Acaba de lanzar financiación para proyectos en innovación en los siguientes ámbitos y por este orden de importancia:
- Salud: Como dice el dicho “salud, dinero y amor”, lo primero es un sistema sanitario sólido e innovador que de confianza a los ciudadanos y que no deje de apostar por la investigación.
- Cambio climático: si no logramos parar el deterioro del planeta, no habrá planeta en donde vivir. Soluciones innovadores de tratamiento de residuos o generación de energía limpia son el camino.
- Digitalización: a nadie le quedan dudas de que es la herramienta que, entre otros mil usos, ha servido para que no se haya parado la actividad del todo durante los peores meses.
- Alimentación: es uno de los retos, junto con el agua, de la humanidad. Con una población de 7.500 millones de personas y una previsión de 10.000, buscar soluciones que puedan atender la creciente demanda es un reto inmenso.
- Energía sostenible: no podemos esperar más. Investigar e innovar para que la forma de generar energía, sin comprometer el futuro de las próximas generaciones, es un deber aún pendiente.
- Movilidad urbana: puede que, tras la crisis, los proyectos y políticas para diseñar una movilidad urbana sostenible tengan que volver a repensarse. Habrá que ver si las zonas urbanas vuelven a ser los centros de actividad que eran.
- Materias primas: para 2030 se espera que la demanda de materias primas se triplique, en especial la de metales relacionados con la producción de nuevas tecnologías. El país que haya investigado y desarrollado, obteniendo acceso a ellos con facilidad, estará mejor situado.
A la I+D+I que promueve Europa en todos los ámbitos señalados, se le presupone además criterios transversales de sostenibilidad e igualdad para no dejar a nadie atrás, y a ser posible, con colaboración público-privada. Los datos han demostrado que los países que tienen a mujeres liderando sus gobiernos han afrontado la crisis con estrategias innovadoras que les han llevado a resultados mucho mejores. Sigamos incorporando por tanto mujeres a los centros de decisión estratégica para que yendo por caminos diferentes, obtengamos consecuencias distintas; al fin y al cabo, eso es precisamente innovar.
El esfuerzo y la apuesta de Euskadi por la innovación ha sido constante en los últimos años, con una estrategia muy clara por situarnos como referente europeo y con Innobasque como el hub perfecto donde confluyen todas las políticas que la promueven. El reto ya era grande antes, con un 99% de PYMES muy atomizadas, con una gran parte preocupadas de su supervivencia en el día a día, sin una visión de prospectiva o de innovación. Afortunadamente, el papel de muchas organizaciones y asociaciones se ha visto reforzado en estos meses de crisis. Al igual que Innobasque, han contactado con sus empresas asociadas, han sondeado sus necesidades, han filtrado información básica y además han ofrecido conocimiento. Y todo ello, digitalmente. Las PYMES de Euskadi han podido comprobar cómo estar unidas es mucho mejor. Aprovechemos estos canales nuevos de comunicación abiertos con nuestras PYMES para inyectarles innovación en vena. Lo necesitamos.