17 de Junio, 2020
Seguro que conocen el mito de Sísifo, castigado por los dioses a empujar montaña arriba una roca que, invariablemente, volvía a caer en cuanto llegaba a la cima. Estoy convencido de que en muchas de nuestras empresas hoy se sienten así; han cargado el peso de una crisis durante diez empinados años para acabar, de pronto, de nuevo con la roca a los pies de la montaña. Es lógico. Tan lógico que temo que esa sensación genere dos errores: centrarnos excesivamente en el hoy olvidándonos del largo plazo y creer que esforzarse en realizar previsiones es inútil.
Esta crisis no sólo no va a alterar tendencias que ya estaban ahí, en nuestro futuro más o menos inmediato, sino que incluso las va a acelerar. La digitalización y mejora de la eficiencia en todas las áreas de actividad, así como la preocupación por la sostenibilidad, no sólo no han perdido vigencia, sino que han demostrado ser fundamentales, tanto en el ámbito privado como en el público.
Tampoco ha variado el principal destino hacia el que debemos orientarnos, que sigue siendo Europa, donde hay una clara ventana de oportunidad en el nuevo juego de intereses y posicionamientos que vamos a ver. Debemos concentrarnos en posicionarnos en Europa. La ‘nueva economía’ que surgirá va a exigir proyectos sólidos y priorizados: no vamos a poder dedicarnos a experimentar en cualquier área.
La buena noticia es que en Euskadi ya tenemos mucho andado. Primero, porque tenemos una larga tradición industrial que en estos momentos nos aporta dos ventajas competitivas: músculo y reputación. Ninguna de las dos ha surgido de la nada. Son fruto del esfuerzo continuado de muchas personas, tanto en tiempos de bonanza como en períodos de crisis, y son, por tanto, la evidencia de que una vez más podremos volver a subir la roca a lo alto de la montaña.
Segundo, porque ya tenemos bastante identificadas las áreas estratégicas que como país debemos (y podemos) trabajar más: la energética, la movilidad, la industria inteligente, la salud o la digital. Si estos ámbitos han soportado el tirón de un mercado cada vez más globalizado y competitivo y han podido aportar riqueza a nuestro entorno, es porque han sido innovadores.
Y tercero, disponemos de las herramientas y los agentes que servirán de motor para implantar cualquier innovación. Entre ellos, nosotros, la Agencia Vasca de la Innovación. Porque Innobasque es sobre todo una poderosa red de colaboración en la que más de 900 socios del ámbito público y del privado (pequeñas y grandes empresas, centros tecnológicos, universidades, agentes educativos y sociales y administraciones) identifican los desafíos que tenemos por delante, pero también los elementos de transformación a nuestro alcance y las dinámicas de trabajo más adecuadas para afrontarlos con éxito.
Sabemos que prestar atención a todas estas variables, cuando además se atiende el día a día de un negocio, puede resultar abrumador, pero quien se acuerde de Sísifo estos días que lo haga para convencerse de que su verdadero castigo no fue empujar la roca, sino tener que hacerlo solo y siempre de la misma manera. Innobasque ayudará a que la empujemos entre todos innovando.