13 de junio, 2024
En estos tiempos en los que tanto se habla de la inteligencia artificial, que está transformando la forma en que vivimos, trabajamos e innovamos y que, sin duda alguna, está abriendo nuevas oportunidades en muchas industrias y acelerando el ritmo de la innovación, podemos y debemos abrir también la puerta a la inteligencia emocional como compañera de viaje de la innovación. La razón para ello es que la innovación la hacemos las personas.
La inteligencia emocional, concepto desarrollado por Daniel Goleman en su libro “Inteligencia Emocional”, examina la importancia de la faceta emocional como elemento clave en la inteligencia. El la define como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones con las demás personas. Capacidad para la auto-reflexión: identificar las propias emociones y regularlas de forma apropiada”.
Existen cinco claves de la inteligencia emocional. Las tres primeras hacen referencia al “yo” y las otras dos hacen referencia a nuestra relación con los demás. Las claves son:
- El auto-conocimiento, que se define como la capacidad de expresar emociones íntimas.
- La auto-motivación, que se define como la capacidad para hacer frente a las emociones negativas propias.
- El auto-control, que se define como la capacidad para mantener la calma en situaciones estresantes.
- La empatía, que se define como la capacidad de leer las señales sociales de las demás personas, poniéndose en su lugar.
- Las habilidades sociales, que se definen como las capacidades de comunicarse con eficacia con los demás y de ser asertivo cuando sea necesario.
De cara a potenciar al máximo la innovación, podemos considerar fundamentales la auto-motivación y la empatía. Para practicar la auto-motivación podemos partir de una creencia potenciadora: la realidad es interpretable. Cada persona puede decidir trabajar con actitud positiva y comenzar a diseñar su propia realidad y a crear pensamientos positivos que transmitir al equipo de personas con los que esté trabajando en un proyecto de innovación. Y al mismo tiempo podemos trabajar con proactividad, que consiste en tomar la iniciativa en el desarrollo de acciones creativas y audaces para generar mejoras en la relación con los compañeros y colaboradores. Todo ello potencia la innovación.
Para practicar la empatía, debemos empezar por la presencia y la escucha activa, la puerta de entrada para el trabajo en equipo. Escuchar y respetar las opiniones de los demás, sin juzgarlas ni etiquetarlas, facilita que las personas tengan iniciativa y expresen su creatividad sin miedo alguno, lo que potencia la innovación.
Y podemos continuar teniendo en cuenta que hay dos maneras de afrontar cualquier situación en la vida, tanto personal como profesional, respecto a las demás personas. Una manera es hacerlo “dentro de la caja”, lo que supone que vemos a las otras personas como objetos. Sabemos que tienen sus objetivos, retos y necesidades, pero no los tenemos en cuenta, pasamos de ellos y, lo que aún es más impactante, enfocamos nuestros comportamientos y objetivos en nosotros mismos, sin tener en cuenta a los demás. Estar “dentro de la caja” es poner el foco en uno mismo. Por lo tanto, desde “dentro de la caja” sólo crezco yo, y punto, por lo que aportamos muy poco a la innovación.
La otra manera de afrontar cualquier situación en la vida, tanto personal como profesional, es hacerlo “fuera de la caja”, lo que supone que vemos a los demás como personas, con sus objetivos, retos y necesidades y, lo que es más importante todavía, que nuestros comportamientos y objetivos tienen en cuenta a los demás. Nos focalizamos en ayudar a los demás a conseguir sus objetivos, retos y necesidades, además de conseguir los nuestros. Es decir, ayudamos a los demás a conseguir sus objetivos sin dejar de trabajar para conseguir los nuestros, lo cual es lógico, loable y lícito, y totalmente compatible. Por lo tanto, desde “fuera de la caja”, ponemos el foco en colaborar, ayudar y ser útiles a los demás , por lo que la innovación se dispara.
En definitiva, trabajando con auto-motivación y empatía, dos de las claves de la inteligencia emocional, nos ponemos de ejemplo y “tiramos del carro” de la innovación, que la hacemos las personas.