Reportaje del 20 de mayo de 2021
Europa afronta el desafío con una ambiciosa estrategia en la que la innovación será fundamental para hacer de la UE la primera potencia climáticamente neutra de aquí a 2050
Hoy volvemos a hablar de las orientaciones políticas en que la UE ha reflejado sus prioridades socioeconómicas de los próximos años para fijarnos en uno de los mayores retos no sólo europeos sino globales previos a la pandemia: frenar la crisis climática, una “amenaza existencial para la Humanidad” que requiere de una respuesta colectiva para situar nuestra sociedad y nuestra economía en una senda más sostenible.
La respuesta europea a este desafío es el llamado Pacto Verde o European Green Deal, el plan más ambicioso de la historia en materia medioambiental y de sostenibilidad ya que tiene como objetivo principal hacer de la UE primera potencia climáticamente neutra de aquí a 2050. Un hito que requiere de una estrategia de crecimiento destinada a transformar la Unión en “una sociedad equitativa y próspera, con una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos y competitiva, en la que no habrá emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050 y el crecimiento económico estará disociado del uso de los recursos”.
Es decir, no se trata de una política medioambiental encaminada únicamente a proteger la biodiversidad y reducir la contaminación; es un planteamiento transversal que aúna toda una serie de políticas transformadoras con metas ecológicas, económicas y sociales. Desde alcanzar la contaminación cero del aire, el agua y el suelo (con un plan de acción presentado hace sólo siete días) y la regeneración de ecosistemas degradados a la renovación de los edificios e infraestructuras para que sean energéticamente más eficientes, pasando por la modernización de una industria que deberá prescindir de los combustibles fósiles y ser más digital o el impulso de la economía circular, que además de sustentar los empleos locales podría crear un millón de puestos de trabajo para todos los niveles de cualificación, lo que se traduce en una mayor cohesión social.
Si nos ceñimos a los propósitos medioambientales hay que señalar que para lograr un planeta más sano y que esta mejora repercuta en la salud de las personas, la UE quiere, por ejemplo, reducir en un 55% el número de muertes prematuras causadas por la contaminación atmosférica y en un 30 % el de personas crónicamente afectadas por el ruido del transporte; rebajar a la mitad la generación de desechos urbanos residuales y mejorar la calidad del agua disminuyendo en un 50% los residuos y los desechos plásticos en el mar; mejorar la calidad del suelo evitando la pérdida de nutrientes y dejando en la mitad el uso de plaguicidas químicos; o reducir en un 25% los ecosistemas de la UE cuya biodiversidad se ve amenazada por la contaminación atmosférica.
Como puedes ver, en su hoja de ruta el Pacto Verde Europeo plantea un amplísimo abanico de ámbitos de actuación con hitos en los que la innovación tendrá un papel fundamental, especialmente desde que la crisis sanitaria originada por la Covid-19 derivara en una crisis socioeconómica.
El papel de la innovación en el Pacto Verde Europeo
Se ha demostrado que la investigación y la innovación son claves para el cumplimiento de los objetivos que la Unión Europea y los países que la componen estan lanzado en muy diversos ámbitos. En el caso de la crisis climática, de la I+D+i dependerá, por ejemplo, que encontremos formas de producir más energías renovables; dispongamos de mejores sistemas para purificar el aire, el agua y el suelo; consumamos alimentos más sanos; generemos menos residuos; habitemos edificios más saludables y sostenibles; trabajemos en empresas más eficientes o tengamos más alternativas de transporte público. Es decir, que la innovación no sólo será clave para superar los retos climáticos y medioambientales; también lo será para que los transformemos en oportunidades de crecimiento.
Convertirse en la primera potencia climáticamente neutra ofrece una oportunidad única para modernizar la economía de la UE y, en su reorientación hacia un futuro sostenible, la investigación y la innovación desempeñarán un papel central a la hora de acelerar y gestionar las transiciones necesarias; desplegar, demostrar y limitar los riesgos de las soluciones; e involucrar a la ciudadanía en la innovación social.
Son cambios fundamentales, “sistémicos”, que estarán impulsados entre otros programas de la UE por Horizonte Europa, que será un instrumento fundamental para movilizar inversiones (tanto públicas como privadas) en cada uno de los Estados Miembros para impulsar la innovación y difundir las nuevas tecnologías y soluciones sostenibles que se generen tanto en la UE y el resto del mundo. Como novedad, en Horizonte Europa contará con una nueva ola de partenariados de investigación e innovación en los que la Comisión trabajará en estrecha colaboración con la industria y los países en áreas críticas como el transporte, el hidrógeno, el acero, las bajas emisiones de carbono, los biosectores circulares, la construcción y la biodiversidad. Por su parte, cuatro de las cinco Misiones de investigación e innovación acordadas en Horizonte Europa apoyan directamente al Pacto Verde Europeo: Ciudades inteligentes y climáticamente neutras; Salud de los océanos, mares y aguas costeras y continentales; Salud del suelo y alimentación; Adaptación al cambio climático, incluida la transformación social.
¿Cómo se va a financiar el Pacto Verde Europeo?
Si el Pacto Verde resulta ambicioso por sus objetivos no lo es menos por la inversión que abarcará. En sus previsiones, la UE cuenta con movilizar al menos un billón de euros en diez años procedente tanto del sector público como del privado. Esto supone destinar a medidas contra el cambio climático el 25% de la financiación total de la Unión.
La UE asume que el impulso tendrá que partir de la financiación pública, pero el volumen final de las inversiones dependerá de los actores privados por lo que, para estimular la participación de los más diversos agentes, se apoyará tanto en los bancos nacionales de los Estados miembro como en el Baco Europeo de Inversiones y el programa de inversiones InvestEU. Además, recurrirá al Mecanismo para una Transición Justa para movilizar al menos 100.000 millones de euros durante el período 2021-2027 en las regiones más afectadas.
Dentro del presupuesto de la Unión, las actividades relacionadas con la financiación a la investigación e Innovación se canalizarán mayoritariamente a través de Horizonte Europa, que destinará el 35% de sus fondos a la consecución de objetivos climáticos. Las convocatorias se irán publicando en distintas partes del programa como el Cluster 5 de Clima, Energía y Movilidad del Pilar 2 o el Consejo Europeo de Innovación (EIC).
¿Tenemos ya un Pacto Verde vasco?
Pues sí. La crisis climática es un problema global que requiere de soluciones regionales y locales, por lo que para lograr una Europa más verde es imprescindible la implicación tanto de todas las administraciones como del conjunto de la ciudadanía. De hecho, dada la envergadura del problema, la Comisión Europea no ha dudado en asegurar que lograr la neutralidad climática ha de ser “la tarea definitoria de esta generación”.
Consciente de ello y de las oportunidades de negocio que esta transición ecológica ofrece a las empresas de la comunidad autónoma, el Gobierno Vasco se ha sumado al Pacto Verde Europeo a través del Basque Green Deal (BGD), que fue presentado oficialmente la semana pasada.
Al igual que su ‘hermano mayor’, para alcanzar un desarrollo más justo y sostenible la propuesta del Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente aboga por un nuevo modelo económico, con la industria y la tecnología como principales palancas. Sus líneas de trabajo, siguiendo los grandes principios vigentes también en la UE, son la apuesta por las energías renovables, la industria y la movilidad sostenibles, la protección de la biodiversidad y reducción de la contaminación y un modelo alimentario que fomente el consumo ‘de la granja a la mesa’. Para cumplir estos objetivos, el Gobierno Vasco ultima la ley de Transición Energética y Cambio Climático, que estará alineada con las directivas e indicadores europeos, permitirá avanzar en los objetivos de reducción de emisiones y generación de energías renovables, y estará inspirada en el principio de neutralidad tecnológica.