En una entrevista concedida a la Guía de la Innovación en el País Vasco 2014, el director general de Innobasque, Txema Villate, recupera el palíndromo CITIC, una palabra que se lee igual hacia adelante que hacia atrás. CITIC encierra en sus cinco letras las claves para el futuro de Euskadi: Conocimiento, Innovación, Talento, Industria y Cultura de Cooperación. “Cinco elementos en los que debemos profundizar para seguir progresando”, y en la que la colaboración se reivindica como un eslabón imprescindible.
Después de siete años, ¿dónde estamos en materia de innovación?
Arrancamos con una primera fase ‘de llamada’ en la que despertamos a la sociedad, movilizamos a las empresas y organizaciones. En aquel momento no había crisis, pero nos dimos cuenta de que no teníamos garantizado el futuro. El tiempo después nos dio la razón. El segundo ciclo ha sido el de la acción, focalizando la actividad en la puesta en marcha de dinámicas de transformación socio-económica. Esto en cuanto a Innobasque, pero ¿cómo está Euskadi? Según Índice de Innovación Regional en Europa vemos que en 2012 estábamos en el grupo de las regiones seguidoras, con 30 regiones líderes por delante de nosotros. Pero curiosamente en 2014 ese pelotón de seguidores ha quedado diezmado con la desaparición de plazas como Madrid, Cataluña o Portugal… Aquí ha habido una apuesta importante del gobierno y del tejido empresarial por la innovación entendida como inversión en I+D, patentes, proyectos europeos, etc. Y precisamente ese factor ha sido que ha conseguido amortiguar los efectos negativos de la crisis, tal y como demuestra Indizea, el Índice Vasco de Innovación.
¿Qué posición ocupa Euskadi respecto a los líderes en innovación?
En el contexto europeo, Suiza, Dinamarca, Finlandia, Alemania y Suecia, por este orden, encabezan la clasificación de países más innovadores. Sin embargo, si abrimos más el foco, nos damos cuenta de que Corea del Sur, Estados Unidos y Japón son los líderes mundiales, innovadores que innovan cada vez más y más rápido, con lo que aumentan su distancia con respecto a nosotros. Y eso sin tener en cuenta a China, un gigante que está acelerando y mejorando a un ritmo mucho mayor que el europeo. Por lo tanto, aunque somos de las pocas regiones europeas que nos hemos mantenido, tenemos una oportunidad de mejora tremenda.
¿Hemos conseguido eliminar el cliché de innovación ‘cosida’ a tecnología?
El índice Vasco de Innovación, Indizea, que citaba antes ya nos indica que la innovación está compuesta de capital intangible, esto es, diseño, propiedad intelectual, formación continua, desarrollo organizativo, marketing, software e I+D, entre otros factores. Por lo tanto, la investigación y el desarrollo conforman un elemento muy importante de la innovación, pero no el único. Además, me gustaría subrayar un requisito crítico, toda innovación necesita aceptación social para llegar a serlo. No podemos obviar que el origen de los desafíos profundos a los que nos enfrentamos tiene raíz social, como sucede en el envejecimiento de la población, la inmigración, el medio ambiente, el empleo o la formación, y que la persona es el sujeto beneficiario de las innovaciones, además de ser su generador. Y esa respuesta puede ser tecnológica o no serlo.
¿Cómo está relacionado esto con la innovación social?
Decía Diogo Vasconcelos, que cada vez aumenta más el peso de la innovación social en el PIB y también su capacidad para crear empleo. La innovación social es, por lo tanto, una gran oportunidad para Euskadi, que ya empieza a posicionarse como una referencia en este ámbito, tras haber publicado una Guía de Innovación Social, un Índice Regional de Innovación Social, Resindex, y haber creado el Basque Social Innovation. Pero aún queda mucho camino por recorrer también en este ámbito.
¿La crisis económica de los últimos años ha perjudicado a la innovación?
Lo que ha provocado es que, a pesar de los estragos que ha causado, hemos sido capaces de aprender hasta en esas circunstancias tan comprometidas. Quienes han sabido ver la necesidad de innovar están mejor preparados que sus competidores, el impacto que han sufrido ha sido menor. Ahora bien, Europa ha visto reducido su volumen inversor en innovación y en negocios innovadores. El capital riesgo se ha desplazado a proyectos de otros lugares y se ha endurecido el acceso a la financiación. Esta tendencia se ha visto amortiguada, en parte, por la inversión pública. No obstante, considero que la crisis es el preludio de grandes cambios. Estamos en una situación nueva, de transformación, que puede ofrecer oportunidades, retos que Europa debe afrontar para seguir avanzando y mantener los niveles de riqueza y bienestar que han existido hasta ahora.
¿Cree que estamos a las puertas de una nueva era?
Euskadi no es una isla; está alineada con lo que sucede en Europa, de ahí la apuesta por la industria 4.0 y por la Estrategia de Especialización Inteligente (RIS 3) para seguir siendo competitiva en el escenario global. Es decir, nos vamos a especializar en aquellas capacidades en las que somos más competitivos y donde tenemos mayor potencia como fabricación avanzada, energía y bionanociencias. Estas áreas son nichos de oportunidad donde tenemos contrastadas capacidades científico-tecnológicas y empresariales. Ahí estamos también trabajando en Innobasque, a través de las dinámicas de transformación socio-económica como sociedad efisaludable, ecoinnovación, aceleración de empresas y empresas sociales innovadoras.
¿Hasta qué punto es importante que el conocimiento que se está gestando en la universidad y en los centros tecnológicos llegue a la empresa?
Obviamente es fundamental. Colaborar es crítico, no sólo la universidad y la empresa, sino entre todos los agentes que formamos parte del ecosistema vasco de innovación, para generar riqueza y bienestar. Por ello, Innobasque trabaja siguiendo el modelo que llamamos de la cuádruple hélice, un modelo donde empresas, agentes científico-tecnológicos, administraciones y sociedad civil colaboran y que además de haber sido reconocido por la OCDE, es también el propuesto por la Comisión Europea para desplegar la estrategia de especialización inteligente. Para llegar a ser el país innovador que queremos, todos los agentes somos necesarios, cada uno tiene una función y se relaciona con los demás, alimentando a todo el sistema.
¿Qué sector de actividad se está moviendo más en términos de innovación?
En vez de actividad me centraría más en lugares. La innovación se produce en algunos lugares más que en otros, lugares donde hay negocios que ofrecen servicios avanzados en conocimiento, con gran conectividad y capacidad de colaboración que cuentan con infraestructuras adecuadas. Así, por ejemplo, en los últimos años el crecimiento en innovación de Corea del Sur ha sido del 6%; el de China del 5,8%, mientras que la UE lo ha hecho a un 2,7%.
Se refiere a la globalización, ¿no es cierto?
Así es. Un reciente informe de DHL sobre la conectividad global correlaciona la densidad de tráfico de información con el de mercancías, es decir, la comunicación es la infraestructura del comercio. Como ya adelantó el Manifiesto Cluetrain en su momento, los mercados son conversaciones. Para ser una referencia en innovación Euskadi debe incorporarse a esas conversaciones relevantes que ya se están produciendo, para de este modo, tener impacto, hacernos visibles, y poner en valor nuestras capacidades. El desafío es tener una voz propia y reconocida en esas conversaciones que realmente impactan.
Para finalizar, ¿hacia dónde mira Innobasque en el plazo más inmediato?
Estamos en la fase de consolidación, para lo que aspiramos a fortalecer la colaboración de todos los agentes que forman la cuádruple hélice. Hemos sido capaces, entre todos, de crear un ecosistema de innovación propio, uno que responde a nuestras necesidades específicas y necesitamos acelerarlo: innovar más y más rápido, como hacen los que van por delante. Seguimos trabajando para posicionar Euskadi como polo de referencia en innovación en un entorno competitivo altamente complejo.